Vimos a Oscar Ruiz en el palacio de Bellas Artes en la ciudad de México ya que se esta presentando la opera "Hansel y Gretel" con mucho éxito y Oscar tuvo oportunidad de saludar al elenco y entre ellos se encuentra la Soprano mexicana Lourdes Ambriz.
Lo primero que destaca es su bien cuidada producción, tanto en la escenografía como en el vestuario, la iluminación y también en el trazo escénico, con detalles creativos como el trabajo del dibujante digital, que, desde un palco de Bellas Artes, va ilustrando en una pantalla parte de la trama, arboles, casas, paisajes, que después cobrarán realidad en el escenario.
En todo esto está el trabajo meticuloso, profesional, de María Morett (directora, dramaturga, escenógrafa) y del equipo que la apoyó: en la iluminación (Philippe Amand), el buen manejo de las voces y el satisfactorio desempeño de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes (bajo la batuta de Niksa Bareza), claro que con sus bemoles como siempre, y de los coros Schola Cantorum de México (Rodrigo Michelet). Fue una agradable sorpresa para el público de Bellas Artes que ya se merece algo digno.
Hansel y Gretel es una ópera muy popular en Alemania que forma parte de la tradición familiar en la temporada navideña; obra que en esta época, junto con el vino caliente, las salchichas asadas, los villancicos y el juego multicolor de los carruseles en las plazas públicas, enriquece esa visión tan germana que sitúa a los niños como eje de la vida.
Hansel y Gretel es una historia muy conocida, con personajes fabulosos que forman ya parte del ideario infantil, como los niños de jengibre, los genios del sueño y del rocío (en esta puesta, son hadas) y la bruja.
Todos ellos están en los recuerdos de muchas generaciones, nutridos con esa obsesión alemana por el trabajo, la disciplina, la defensa de los pequeños y la lucha contra el mal, virtudes que aparecen en esta fábula.
Sin embargo, a pesar de estos méritos que Bellas Artes ahora puede presumir, la obra tiene pequeños detalles que hay que cuidar.
En primer lugar, el manejo de línea de metales de la orquesta que se escucha débil y a veces desafinada (¿ya tendrán instrumentos nuevos?).
La mezzosoprano Encarnación Vázquez (Hansel) y la soprano Adriana Valdés (Gretel) tienen voces con matices agradables y un aceptable manejo de la técnica vocal y actoral, pero en ocasiones apenas se les escuchaba hasta luneta 2.
En cambio, al bajo-barítono Carsten Wittmoser (Peter, el padre de los niños) y a la madre Gertrude (Amelia Sierra) se les oyó perfectamente.
La dirección de la obra le imprimió buen ritmo a la puesta, con pocas escenas bajas y más altas, lo que es básico para que el público infantil —que ocupó una parte importante de los lugares en Bellas Artes— mantuviera el interés y la atención tan deformados por la mucha televisión, las películas de acción y los juegos electrónicos.